Calentar una vivienda no es un detalle menor: la calefacción ronda el 60 % del consumo energético del hogar en España, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica recogidos por distintos medios. Elegir entre suelo radiante o radiadores no va solo de gustos. Afecta a la factura y a cómo se siente la casa en pleno enero.
En este post te contamos qué factores debes tener en cuenta a la hora de decantarte entre suelo radiante o radiadores para decidir correctamente.
Cómo funciona cada sistema
Radiadores de agua
En la mayoría de viviendas, una caldera calienta agua a unos 60 – 70 °C y la envía a los radiadores. El radiador transfiere calor sobre todo por convección: calienta el aire que lo rodea, ese aire sube y el frío baja. Por eso es habitual notar la zona cercana al radiador muy templada, la cabeza caliente y los pies fríos.
Suelo radiante
Con el suelo radiante, una red de tuberías bajo el pavimento impulsa agua mucho más fría, en torno a 30 – 40 °C. El suelo emite calor de forma uniforme por radiación: toda la superficie se convierte en un emisor. Un ejemplo: con radiadores sueles buscar zapatillas gordas. Con suelo radiante, puedes andar descalzo sin notar el suelo frío. No es un lujo, es una forma distinta de repartir el calor.
Consumo: la temperatura del agua manda
Cuanto más caliente hay que poner el agua, más trabaja la caldera o la bomba de calor y más energía se consume. Esa es la principal ventaja del suelo radiante: permite trabajar a baja temperatura. Organizaciones como la OCU han calculado que un hogar medio español gasta unos 640 € al año solo en calefacción. Si reduces un 20 – 30 % ese consumo gracias a un sistema más eficiente, no son “unos euros”: son varios cientos acumulados en pocos inviernos.
A grandes rasgos, en una vivienda bien aislada:
- Radiadores a alta temperatura + caldera tradicional: suelen requerir más energía para mantener la misma temperatura ambiente.
- Suelo radiante + bomba de calor o caldera de condensación: trabajan con agua más fría y aprovechan mejor cada kWh.
Confort: no solo es cuestión de grados
En confort térmico no importa solo la cifra del termostato, sino cómo se reparte el calor.
- Con radiadores, la zona cercana al emisor está muy caliente y el aire caliente se acumula en la parte alta de la habitación.
- Con suelo radiante, el calor sube desde el suelo y la temperatura se reparte de forma más homogénea: pies templados, menos aire recalentado a la altura de la cabeza.
Aquí el suelo radiante juega a favor: como el cuerpo nota el suelo cálido y menos corrientes de aire, muchas personas se sienten cómodas con 20 °C, donde con radiadores tenderían a subir a 22–23 °C. Dos grados extra pueden disparar el gasto un 14 % sin que apenas se perciba más confort.
Suelo radiante o radiadores: ¿Qué encaja mejor en tu vivienda?
Al simplificar, puede servir esta regla:
- Obra nueva o reforma integral, y vivienda bien aislada: al suelo radiante con bomba de calor suele ofrecer mejor equilibrio entre consumo y confort a medio plazo. Requiere obra y planificación, pero aprovecha muy bien energías como la aerotermia y la fotovoltaica.
- Reforma parcial o vivienda donde no quieres levantar el suelo: un sistema de radiadores de baja temperatura con caldera de condensación o bomba de calor también puede dar buenos resultados si se dimensiona bien y se mejora el aislamiento.
Conclusión
Si estás valorando un cambio de sistema dentro de una reforma, el equipo de Grupo Asisde puede estudiar tu vivienda, ver si compensa apostar por suelo radiante o reforzar la instalación de radiadores y plantear una solución completa, no solo “cambiar aparatos”. Puedes contactar con nosotros para recibir una propuesta ajustada a tu consumo, tu confort y el tipo de obra que quieres hacer.



